Juan Pablo II


JUAN PABLO II

EL JOVEN QUE LLEGÓ A PAPA

Juan Pablo II nació el 18 de mayo de 1920 en la localidad polaca de Wadowice, una pequeña ciudad de unos 7.000 habitantes situada a 50 kilómetros de Cracovia. Sus padres, Karol Wojtila y Emilia Kaczorowska, le pusieron el nombre del Padre: Karol Wojtila.

La familia tuvo tres hijos, Edmundo, Olga y Karol. Edmundo fue el mayor y llegó a ser médico, pero cuidando a los enfermos de una epidemia de escarlatina él también se contagió y murió siendo todavía muy joven, contaba sólo con 27 años. Olga murió al poco de nacer. Karol, el pequeño, era el consuelo de su madre ante la pérdida de la pequeña Olga. Su madre no gozaba de buena salud y aunque soñaba con ver convertido a su hijo en un gran hombre no pudo verle hacer la primera comunión, pues ésta moría el 13 de abril de 1929, con sólo 45 años de un ataque al corazón. Cuando Karol aún era muy pequeño su madre le decía a otras mujeres: "Verán que mi pequeño Karol será una gran persona".

Así se quedaron solos el padre y el hijo, estrechando enormemente sus lazos; su padre hacía la comida y entre los dos tenían perfectamente ordenada la casa; estaban siempre juntos, rezaban juntos y daban largos paseos por los hermosos valles de Polonia. Karol se hizo monaguillo y su padre, viendo que no cumplía bien con lo que el padre de la parroquia le decía, un día le dijo: “hijo, no eres buen monaguillo. No rezas lo suficiente al Espíritu Santo. Debes rezar más”, entonces su padre le enseñó una oración que, según el luego Papa, fue la mejor lección espiritual de su vida.

De joven estudia la secundaria y es un chico alegre y piadoso. Todas las mañanas sale de casa y va a la parroquia a hacer sus oraciones, luego va al colegio donde participa en teatros; es esta una época en la que destacó como consumado ajedrecista (llegando a proclamarse vencedor en varios campeonatos estudiantiles); tiene buena voz de barítono lo que le hace entrar en el coro parroquial. Más tarde entrará en el círculo de teatro de Wadowice donde aprenderá que la belleza del arte escénico llega al corazón de los hombres.

En 1938 termina sus estudios de secundaria y hace el examen de “madurez” que da acceso a la universidad obteniendo unas calificaciones extraordinarios. Además por esa fecha el arzobispo de Cracovia visita su pueblo natal y va a conocer a los jóvenes estudiantes del instituto. Allí Karol es designada para pronunciar un discurso y lo hace tan bien que el arzobispo le pregunta al párroco: ¿sabe usted que hará este estudiante después del examen de madurez?, el sacerdote contesta que todavía no lo tiene decidido pero Karol que lo escuchó contestó: Excelencia, estudiaré filología polaca. El arzobispo contesto: Lástima que no estudie teología para ser sacerdote. Años más tarde el arzobispo lo recibiría en el seminario clandestino de Cracovia.

1939 lo pasa en Cracovia en la universidad más famosa y antigua de Polonia, la Universidad Jagellónica. Es un año muy feliz de estudio, teatro, hacer amigos, oración… pero un acontecimiento de consecuencias desastrosas cambiará el rumbo de la historia: Hitler invade Polonia y estalla la Segunda Guerra Mundial. Karol tiene que dejar sus estudios. Tiene 20 años y debe trabajar para no ser arrestado. Primero trabaja en una cantera de piedra durante el invierno de 1940. El frío era tan intenso que se untaba las manos de vaselina para evitar las heridas de la piel. Mientras trabaja, en lo tiempos libres, lee, compone y no descuida su vida cristiana. Por esta época sucedería otra desgracia en la vida de Karol; el 18 de febrero de 1941 su padre moría sereno en su cama. Definitivamente se quedaba sólo en la vida.

En el verano de ese año trabajó también en una fábrica de sosa y siguió muy motivado con el teatro. Veía que Dios le llamaba a llegar al corazón del hombre a través del teatro. Pero Dios tenía otro camino para él, y durante este período, tras la muerte de su padre y con todas las dificultades de la ocupación alemana, fue creciendo su vocación sacerdotal, como un hecho interior de una transparencia indiscutible y absoluta. Veía claramente lo que debía abandonar y el objetivo que debía alcanzar sin una mirada atrás. Sería sacerdote.

En este camino conoció a un sastre que se haría su gran amigo Jan Tyranowski. Un hombre sencillo y alegre que dedicaba todo su tiempo libre a llevar a Cristo en las barriadas de la ciudad. Éste le aconseja que lea San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús para que aprenda a rezar bien y a superar la muerte de sus seres queridos. Más tarde, cuando sea Papa, dirá que este sastre es uno de esos tantos santos anónimos.

En octubre de 1942 el arzobispo de Cracovia puso en marcha el seminario clandestino, aún a riesgo de sus vidas, pues si los descubrían, los matarían a todos. Sólo en Polonia los nazis mataron a 2.467 sacerdotes. Karol vivió esta situación durante dos años; se levantaba al amanecer, cruzaba el río, acudía a la misa de las 6:30, corría luego a la fábrica de sosa, cumplía su trabajo y volvía a casa para realizar sus trabajos de sus asignaturas de teología. Estará en el seminario clandestino hasta el 18 de enero de 1945, el día de la liberación de los alemanes.

A primera hora de la tarde del 29 de febrero de 1944, regresaba del trabajo de la fábrica, cuando un camión del ejército alemán pasó rozando la acera, le golpeó y le derribó. Karol perdió el conocimiento. Pudo haber muerto pero una buena mujer y un buen soldado le socorrieron y le llevaron al hospital. Dirá el Papa más tarde: Me salvó la Providencia.

En estas situaciones tan difíciles las grandes almas tienen gestos de amor que sólo Dios puede poner en el corazón. Así, por ejemplo, durante la liberación de los supervivientes de los campos de concentración, una niña judía que ha perdido toda su familia se encuentra sin fuerzas, se quiere morir; el 28 de enero de 1945 se echó en una gran sala cuando, de repente, llega Karol con una taza de té caliente y un bocadillo de queso. La obligó a comer y, como no podía caminar al tren, Karol la cogió en brazos y la llevó a cuestas hasta el vagón, mientras caía la nieve. Más tarde la preguntaron cómo estaba segura de que era el Papa y ella contestó: “me contó la muerte de su padre y su hermano, y me decía que también él sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por el dolor y combatir para vivir con esperanza. Su nombre se quedó grabado para siempre en mi memoria”.

Terminada la guerra Karol se ordenó sacerdote el 1 de noviembre de 1946; él lo recuerda así: “me veo así, en aquella capilla, durante el canto del Veni Creator Spiritus y de las letanías de los santos, extendido en forma de cruz en el suelo: esperaba el momento de la imposición de las manos. ¡Un momento emocionante!”.

Su primer destino fue ir a estudiar a Roma durante dos años. Allí preparó su tesis titulada El acto de fe en san Juan de la Cruz dirigida por el gran teólogo Garrigou-Lagrange. Para ello estudió español; además en Roma aprendió inglés, francés e italiano. En julio de 1948 defendió su tesis en el Angelicum.

A su regreso a Polonia lo destinan, durante un año, a una pequeña localidad como vicario parroquial, a Niegowic. No había luz eléctrica, la iglesia era de madera… Allí aprendió a ser sacerdote en la pastoral: visitó todos los pueblos que pertenecían a la parroquia, organizó grupos de jóvenes, atendió a los enfermos y necesitados, realizó ejercicios espirituales en cuaresma… confesó.

A fines de 1949 es llamado por el cardenal para enviarle a Cracovia con el fin de que se dedique al apostolado universitario; así lo manda de vicario a la parroquia de San Florián. Allí hace apostolado con la juventud organizando conferencias, oraciones, excursiones a la montaña, ríos, etc., donde conoce a los jóvenes y por la noche, durante las veladas, él les ayuda a conocer y a amar a Cristo. Estos jóvenes lo llamarán Lolek que significa tío y no vestía de sacerdote pues los comunistas no querían que los sacerdotes estuviesen con jóvenes.

En 1951, tras dos años de trabajo incansable y disfrute de su ministerio en San Florián, es llamado de nuevo por el arzobispo que lo enviará a estudiar durante dos años un doctorado civil, con el fin de que pueda después dar clase en la universidad. Después de estos estudios  es nombrado profesor en la universidad católica de Lublin, la única que permite el régimen soviético. Aquí destacará como profesor hasta el punto de que el rector le nombrará director del departamento de Ética. Vive en Cracovia y da clases en Lublin lo cual le hace viajar en tren los 340 kilómetros que separan ambas ciudades. Terminadas las clases vuelve a Cracovia, donde llega a las 6 de la mañana. Allí celebra la santa Misa y después va a casa donde estudia, prepara clases y escribe. Sus clases se llenan.

El 4 de julio de 1958, tras una excursión practicando piragüismo, es llamado por el cardenal de Varsovia. Se viste como puede con una sotana prestada y visita al cardenal, el cual le da la noticia de que ha sido nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Karol se queda atónito pero se encomienda a la Virgen María y acepta. El lema que escogía para su escudo episcopal fue “Totus tuus” que significa todo tuyo María. El 28 de septiembre de 1958 es consagrado obispo en la magnífica catedral de Cracovia. Como obispo realiza una labor impresionante, tanto pastoral como en el campo de la enseñanza; además ayuda el arzobispo que ya es muy mayor. En medio de estas tareas, el nuevo Papa Juan XXIII convoca un concilio ecuménico el Vaticano II, y se pide a todas las diócesis que lo trabajen durante cuatro años.  El 11 de octubre de 1962 se inicia el concilio, pero pocos meses antes, muere al arzobispo, con lo que deberá asistir Karol. Durante el concilio tuvo varias intervenciones; la primera el 7 de noviembre. Destaca por su fluido latín; sus ideas y puntos de vista irán tomando peso a medida que avanzan las sesiones. En los ratos libres hace de intérprete entre los cardenales pues domina varios idiomas. La muere del Papa Juan XXIII retrasa el concilio que no se reiniciará hasta que el nuevo Papa Pablo VI lo haga el 29 de septiembre de 1963. En esta segunda etapa Karol tendrá una importante intervención sobre el que sería un documento fundamental del concilio: la Lumen Gentium. También tendrá mucho influencia en la constitución pastoral Gaudium et spes (gozos y esperanzas) que es común a los hombres y a los discípulos de Cristo.

El Concilio Vaticano II se clausura el 8 de diciembre de 1965 y Karol Wojtila puede centrarse y dedicar más tiempo a su labor en la archidiócesis.

 El 29 de mayo de 1967 es nombrado cardenal por el Papa Pablo VI. Tiene sólo 47 años. Como cardenal tuvo que ir dos veces a Roma en el plazo de dos meses pues el 26 de agosto fue elegido Juan Pablo I (el Papa de la sonrisa )pero éste murió sorprendentemente el 29 se septiembre con tan sólo 33 días de pontificado. La noche anterior de tener que volver a Roma la pasa en oración. Cuando llega al aeropuerto de Roma bromea con un fotógrafo: “¿Verdad que usted no se imagina siquiera que yo vaya a ser papa? ¿Por qué hace tantas fotografías?”.

El 16 de octubre todos los cardenales celebran la eucaristía ante el altar de la confesión de San Pedro. Por la tarde todos se cerrarán con llave (cónclave). El último en llegar es Karol pues ha visitado antes el santuario mariano Mentorella y al regresar se el malogra el carro. Hace autostop y el conductor que le recoge y le deja en la Plaza de San Pedro, se llena de asombro cuando a los pocos días ve al sacerdote que había recogido vestido con la sotana blanca.

El lunes 16 de octubre de 1978 era elegido como nuevo Papa el cardenal Karol Wojtila. Sus palabras ante la elección fueron éstas: “En obediencia a la fe y delante de Cristo, mi Señor; abandonándome en la Madre de Cristo y de la Iglesia; consciente de las grandes dificultades, acepto”. Entre la fumata blanca y su salida al balcón transcurrió una hora. Cuando salió habló en italiano y se ganó el corazón de todos los que estaban allí con su gran humildad. La noticia llegó a todo el mundo, también a Polonia donde todas las campanas de las iglesias repicaron de alegría. Su primer mensaje para toda la humanidad fue “!no tengáis miedo¡ ¡abrid más todavía¡ ¡abrid de par en par las puertas a Cristo¡”. Cuando ya todos se van se quedan sólo los jóvenes vitoreando al nuevo Papa. Él que está en su despacho abre la ventana de improviso y les grita a los jóvenes allí presentes: “vosotros sois el porvenir del mundo, la esperanza del Papa, la esperanza de la Iglesia”.

Su pontificado ha sido el tercer más largo de toda la historia y su vida está llena de momentos preciosos con personas de toda clase y condición fortaleciendo a todos en la fe en Jesucristo. El 13 de mayo de 1981 sufrió un terrible atentado en la plaza de San Pedro; casi perdió la vida. Más tarde perdonó al agresor que le disparó y lo visitó en la cárcel. La bala que le fue extraída la regala al santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, y se depositó en la corona de la Virgen María; El Papa entendió que el manto de la Virgen le había protegido, una vez más, en esa terrible circunstancia.

Algunos datos más relevantes de su pontificado podemos señalarlos de la siguiente manera:

Audiencias generales:                                                  1.200

Mayor concentración de personas:                        Manila con 4.000.000

Santos Canonizados                                                      477

Beatos                                                                                1.325

Viajes                                                                                  104

Documentos: 3 libros, 4 encíclicas, 14 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 42 cartas apostólicas etc.

Si se sumasen todos los kilómetros realizados llevando la misericordia de Cristo a los corazones de los hombres, daría 30 veces la vuelta al mundo.

El 30 de marzo de 2005 el estado del Papa se agrava repentinamente. El Papa no quiere salir del Vaticano. El Papa no puede salir, la plaza está llena de gente que rezan por él;  no puede hablar pero escribe: os he buscado; ahora vosotros venís a mí. Os doy las gracias… El 1 de abril se agrava la situación, como es viernes, pide que le lean en voz alta el Vía Crucis. El 2 de abril, sábado víspera del domingo de la divina misericordia, participó en la eucaristía y entregaba su alma a Dios a las 21:37 de la noche. Su secretario, en lugar de rezar un responso, rezó el Te Deum, la oración oficial de alabanza de la Iglesia. La noticia del fallecimiento fue acogida en la plaza con un intenso y aplauso y un repicar de las campanas de la basílica, que pareció convocar al mundo entero ante la capilla ardiente de Juan Pablo II.

Acudieron de países de todos los continentes. Ha sido el funeral más multitudinario de la historia con los representantes de todos los estados y todas las religiones. Fue enterrado en la basílica de San Pedro donde ríos de peregrinos siguen visitando su tumba y se detienen a rezar. Su sucesor el actual Papa Benedicto XVI dijo: “Él cruzó el umbral de la otra vida, entrando en el misterio de Dios”.